4 jul 2008

Sextetos colombianos

El director del Sexteto Tabalá cuenta su historia .

"La jefa del sexteto es la marímbula", dice Rafael Cassiani Cassiani, de San Basilio de Palenque, director del Sexteto Tabalá y protagonista de los recitales 'Afrosextetos colombianos.
Cassiani, leyenda y autoridad en materia de este formato musical, se refiere a un instrumento en forma de baúl o caja, con láminas de acero en el frente y que hace el papel de bajo de cuerda y percusión, que algunos llaman "piano de pulgares".

La marímbula, en un conjunto de sexteto tradicional debe estar acompañada por los bongoes, maracas, claves, una conga y una guacharaca. "Son los instrumentos del sexteto y nada más", dice Cassiani con la autoridad que le da haber visto nacer este formato musical en Colombia. "El origen fue en Cuba -cuenta-. Porque el sexteto en Cuba se formó en el año 20. Y en San Basilio de Palenque se formó en el año 30. Lo fundaron los tíos míos".
La historia de esta expresión musical se remonta a la llegada de jornaleros cubanos a la zona bananera, donde se hicieron amigos de muchos palenqueros y les fueron contando cómo era el sexteto en Cuba. "Los palenqueros volvieron -cuenta Cassiani-. Los cubanos no llegaron hasta acá. Pero les habían transmitido bien eso. Y cuando vinieron a trabajar en Central Colombia, un ingenio azucarero muy poderoso, conocieron a los tíos míos".

Juntos armaron un grupo. A falta de instrumentos como el tres, incluyeron en él la marimbula, de origen africano. "Los tíos míos mandaron hacer la marímbula -cuenta Cassiani-. La hicieron de madera, con cuero de chivo, de cabra. Hicieron las maracas con totumo. No compraron nada. Ellos hicieron la clave, la guacharaca y la conga también".
Y formaron un sexteto con canciones aprendidas de Cuba. Se bautizaron Sexteto Habanero, que permanecía en Barrio arriba -Palenque se divide en barrio abajo y barrio arriba, explica el maestro-. Mientras que otro músico, el maestro Simanca, formó otra agrupación.
Cuando Cassiani tenía unos 8 años, un tío suyo que hacía parte del Sexteto Habanero le enseñó a tocar maracas. Y cuando el aprendiz hizo sus propias maracas, lo dejó entrar a la "segunda generación", del conjunto. Pero este prácticamente se disolvió porque al palenquero le gusta mucho salir y muchos músicos se fueron. "Se cayó el sexteto -agrega Cassiani-. Guardé mis maracas y el maestro Simanca guardó sus marímbulas. Pero los sábados por la mañana me concentraba a cantar y tocar las maracas en mi casa".

De pronto, alguien murió en el pueblo. Y lo llamaron a él y a Simanca para tocar en el velorio. Acudieron. Y los siguieron llamando para otros velorios. Empezaron a encontrarse así en entierros y novenarios hasta que un día Cassiani le dijo a Simanca: "Maestro, nosotros no estamos nada más para tocar velorios. Debemos tocar para nosotros, porque el que toca a un muerto no lo hace con sabor. Maltrata bastante cantarle a una persona que está tendida".
Y Simanca aceptó armar el conjunto. No pensaron en un nombre. Pero sus canciones terminaban como las del sexteto de sus tíos, gritándole vivas al "Sexteto Habanero". Hasta que un día, alguien le dijo a Cassiani: "Maestro, ¿ustedes por qué le lanzan vivas al Sexteto Habanero, si no son de La Habana?". Cassiani respondió que lo cantaba porque lo había heredado del primer sexteto, sin pensar en que ellos no eran habaneros sino colombianos de Palenque. "Yo le voy a regalar un nombre -le dijo el otro-. El suyo se va a llamar Sexteto Tabalá, que significa tambores de guerra".

Han pasado 32 años y Cassiani y su sexteto Tabalá ya son leyenda.
Hay muchos otros sextetos en la zona norte de Colombia como el sexteto El Cordobés, del departamento de Córdoba, que incluye las tablillas en su instrumentación; el Sexteto Revivir, de Arboletes (Antioquia), que surgió de un programa de manejo del tiempo del adulto mayor; Los Aventureros del Mar, de Turbo (Antioquia), liderado por Ceferino Argumedo, que muchas veces se ha acompañado de cantadoras de Bullerengue.

Texto: Liliana Martìnez Polo